viernes, 9 de noviembre de 2007

LA ÉTICA DEL SINAÍ


Por : Perkei Abot


Mucha gente se pregunta por qué los malvados reciben tanta prosperidad en este mundo. Intentaré responder a esta pregunta relacionándola a una historia acerca de un rico aristócrata que tenía a varios campesinos a su servicio:

Un día llegó el momento en que este hombre rico decidió casar a su hijo. Mientras planificaba este asunto se le ocurrió que a menos que pensara en alguna buena estrategia, sus groseros empleados se aparecerían en la boda y estropearían el ambiente. Sería de muy mal gusto mezclar a esos campesinos nada sofisticados con sus aristocráticos amigos.

Decidió que la mejor manera de evitar esa situación era ofrecerles una parte del banquete antes del comienzo de las festividades. Al fin y al cabo eso era realmente lo que querían. Los llamó y así les dijo: «Mis leales trabajadores, he decidido otorgaros vuestra parte del banquete antes que a todos los demás invitados».

Así lo hizo y puso delante de ellos una mesa llena de carne y bebidas. Los campesinos estaban dichosos. Comieron y bebieron acompañados por los sones de la orquesta y disfrutaron de su buena fortuna. Así su patrón logró cumplir con su obligación hacia ellos y seguir con la boda de su hijo con la conciencia tranquila.

Ahora, si alguien hubiera visto a esos campesinos comiendo, bebiendo y celebrando cuando ninguno de los otros invitados, ni siquiera los compañeros más cercanos del hombre rico llegaran a la fiesta, seguramente estaría perplejo. ¿Es que el rico consideraba a esos campesinos sus invitados más honorables? Pero quien comprendiera las intenciones del anfitrión no se asombraría en lo más mínimo. Hubiera entendido que esa era simplemente una manera de sacárselos de encima.

La lección debería ser obvia. Una idea similar se expresa en el Sifri (Bejukotai) respecto al versículo: «Porque Yo Me volveré a vosotros» (Levítico 26:9). Los Sabios lo explican con una analogía: un rey tiene muchos trabajadores, muchos de los cuales han sido recientemente contratados. Entre ellos se encuentra uno que lleva trabajando para el rey mucho tiempo. Cuando los trabajadores llegan a recibir su salario, el rey se dirige a éste y le dice: «Hijo, me ocuparé de ti cuando haya acabado con estos jóvenes. Ellos han hecho poco trabajo para mí, por ende les pagaré un salario menor. En tu caso, sin embrago, tengo una gran cuenta para saldar contigo».

De la misma forma, tanto los justos como los malvados llegan a El Eterno a recibir sus salarios en este mundo. El Eterno les dice a los justos: «Hijos míos, me volveré a vosotros cuando haya terminado con estos malhechores. Han hecho muy poco por Mí, por lo que les debo una limitada recompensa. Pero con vosotros tengo una gran cuenta que saldar».
Este, nos dicen los Sabios, es el significado del versículo: «Porque Yo Me volveré a vosotros», es decir cuando haya terminado de pagar a los malvados, Me volveré a vosotros.